Las dos torres
Escrito por Jonathan Sández

Una de las cosas que más me emocionan al leer la biblia es cómo Dios da a conocer sus principios a través de todo tipo de situaciones. Aunque nos encanta leer aquello que es fácil a nuestra comprensión, también se registran situaciones fuertes y complicadas. Y aunque la tentación es leer más rápido o pasarla de largo, dentro de cada espacio difícil de leer nos espera un gran tesoro.

En génesis 9, el diluvio termina con la Tierra siendo poblada nuevamente, y el deseo de Dios sigue siendo el mismo: a través de la comunión, ver al ser humano multiplicarse y dar fruto, para que llenen la tierra y gobiernen sobre ella. Todo esto bajo su imagen y semejanza.

Pero el capítulo 11, empieza un tanto lejano a esta intención:

Hubo un tiempo en que todos los habitantes del mundo hablaban el mismo idioma y usaban las mismas palabras. Al emigrar hacia el oriente, encontraron una llanura en la tierra de Babilonia y se establecieron allí. Comenzaron a decirse unos a otros: «Vamos a hacer ladrillos y endurecerlos con fuego». (En esa región, se usaban ladrillos en lugar de piedra y la brea se usaba como mezcla). Entonces dijeron: «Vamos, construyamos una gran ciudad para nosotros con una torre que llegue hasta el cielo. Eso nos hará famosos y evitará que nos dispersemos por todo el mundo». Pero el Señor descendió para ver la ciudad y la torre que estaban construyendo, y dijo: «¡Miren! La gente está unida, y todos hablan el mismo idioma. Después de esto, ¡nada de lo que se propongan hacer les será imposible! Vamos a bajar a confundirlos con diferentes idiomas; así no podrán entenderse unos a otros».

Sin un corazón sensible, estos versos mostrarían a un Dios insensible.  Pero al que es atento a la lectura, entenderá como la Biblia nos enseña que la unidad siempre será poderosa, pero no siempre será de bendición:

  • Vemos unidad en ideologías que van en contra de la Palabra
  • Vemos unidad en Leyes y estatutos que atentan contra los principios de Dios
  • Vemos unidad en relaciones tóxicas que se destruyen completamente

DIOS NO BENDICE LA UNIDAD QUE SE OPONE A SUS PRINCIPIOS.

Definitivamente, llenar la Tierra expresa movimiento, no detenimiento. El propósito es ver al ser humano avanzar, no detenerse.

¿Te has puesto a pensar en cuántas veces rechazamos avanzar en nuestra vida por el simple hecho de estar cómodos en donde estamos? En mi caso, demasiadas.

Los seres humanos somos expertos en luchar por nuestro más grande deseo, la comodidad. Y claro, sería injusto no pensar en establecerse, o bien creer que Dios no está interesado en nuestro »bienestar». Sin embargo, lo importante no es el buscar estar cómodo, sino ir en contra del principio de Dios que era avanzar, llenar, multiplicarse, moverse.

SOMOS LLAMADOS A UN MOVIMIENTO CONSTANTE, NO DE MANERA SUPERFICIAL SI NO ESPIRITUAL.

Si ponemos atención al versículo 4, es fuertísimo. (1) Llegaremos al cielo, (2) Seremos famosos, (3) evitaremos la dispersión. Todas estas frases vestidas de bondad y unidad, demuestran estar infundadas en un corazón de autosuficiencia y ego. Pero Dios en su soberanía, que muchas veces va más allá de lo que podemos leer y comprender, trae confusión y varios idiomas para que puedan ser dispersados por todas partes del mundo.

Es ahí, en la incertidumbre y lo desconocido que podemos volver a confiar en él, conectarnos a su plan, y darnos cuenta que si se trataba de confiar en una torre, pero en la torre correcta.

Proverbios 18:10 Torre fuerte es el nombre del Señor; A él correrá el justo, y será levantado.

El verdadero mover de Dios  empieza en el corazón que se conecta a sus principios, sus deseos, y sus planes. Este es el punto máximo de la unidad entre lo natural y lo eterno.

1 Comentario

  1. MARIBEL GARCIA

    Gracias por compartir, bendiciones

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