Y dijo Dios: Sea la luz
Escrito por Luis Valdés

Para cuando estés leyendo este blog, muy seguramente acabemos de pasar aquel mes que culturalmente se caracteriza por celebrar temas acerca de la oscuridad, el misterio, actividad paranormal, miedo, fantasmas, etc., no te voy a mentir, yo era una de esas personas a las que les gustaba mucho salir a pedir dulces disfrazado (de luchador), jugar videojuegos y ver películas de terror y suspenso, y estoy seguro de no ser el único que en su infancia o en los inicios de YouTube buscaba videos de «duendes y fantasmas reales» (aunque el Señor sigue trabajando en esa área jaja), sin embargo, ahorita que atravesamos por estas fechas tan peculiares, al comenzar con un estudio de la Palabra, me puse a reflexionar en un pasaje en concreto:

«Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.» Génesis 1:3 (RV60)

Todos conocemos esta historia, «La Creación», dónde se nos narra de forma concreta cómo fue ese inicio de todo lo creado, la tierra, los cielos, los mares, la vida y la humanidad, pero mientras estudiaba estos pasajes, llamó mucho mi atención algo que he pasado siempre por alto al momento de leer esto, aquellas primeras palabras registradas dichas por Dios (por lo menos según el canon bíblico), fue precisamente esto, «Sea la luz», una frase tan corta y de cierta forma simple, pero que nos habla demasiado acerca de nuestro Creador.

Lo primero y más obvio, nos habla acerca del poder de su Palabra, ya que aquello que Él dice, es, sin nada que le ponga un «pero», nada que lo limite ni nada que lo detenga, aquello que sale de su boca, aquello que ha plasmado en su Palabra, simplemente fue, es y será porque Él es Dios, el creador detrás del diseño, aquel que creó la luz y el día. Por otro lado, nos muestra a Dios como aquel que toma la iniciativa, Él fue quien tuvo la idea, la visión y el diseño al momento de crearlo todo, él fue quien llamó a la luz a la existencia, y al ver este principio aplicado en nosotros, ya sea si hablamos sobre el tema de nuestra salvación, o sobre nuestros procesos en nuestra vida ya como hijos de Dios, Él es el iniciador de toda obra, él es el autor de nuestra fe (Hebreos 12:2) y, cómo lo dice en el siguiente versículo que quisiera mostrarles, Él es quien toma cartas en el asunto a la hora de buscarnos:

«Así dice el Señor y Dios: Yo mismo me encargaré de buscar y de cuidar a mi rebaño.» Ezequiel 34:11 (NVI)

Estos son algunas de las cosas en que pude meditar al leer este pasaje, sin embargo, me gustaría retomar lo que te comentaba al principio; estos días dónde abunda una atmósfera en mayor o menor medida de tinieblas, una atmósfera la cual en el pasado hasta cierto punto disfrutaba, me fue inevitable recordar la condición de tinieblas de la cual Cristo me rescató, experimentando por su infinita Gracia aquella lámpara que encontré en su Palabra, conocí a aquel Dios que alumbraría mis tinieblas como lo expresa el siguiente versículo:

«Tú eres mi lámpara, oh Jehová; Mi Dios alumbrará mis tinieblas.» 2 Samuel 22:29 (RV60)

Finalmente, a lo largo de estos años en mi caminar con Cristo, he comprendido, entre otras cosas, que sin importar que tan perdido me encontrara en mi pasado, o que tan absorbido me sienta en una atmósfera tan oscura como lo puede llegar a ser el desánimo, el temor, la culpa o la desesperación, Él es quien toma la iniciativa por buscarme, tomarme y declarar con su Palabra que «sea la luz» en medio de mis aflicciones, tormentas o incertidumbre a la hora de dar un siguiente paso, y cómo nos lo enseña el último versículo que me gustaría mostrarles, Dios ha mandado una luz en nuestro corazón, con el objetivo de ver y conocer la gloria de Dios plasmada en nuestro Señor, Jesucristo.

«Porque Dios, que mandó que de las tinieblas surgiera la luz, es quien brilló en nuestros corazones para que se revelara el conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo.» 2 Corintios 4:6 (RVC)

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