Desde hace tiempo Dios me ha hablado de manera muy frecuente acerca de Su Iglesia y he entendido que Cristo anhela que, como iglesia, nos cuidemos unos a otros en amor. Pero ha habido algo muy particular que me ha enseñado y ha sido sobre ser disciplinados pensando en el prójimo, es decir, en Su iglesia. Y con esto, ha traído el entendimiento de que una de las disciplinas más importantes es la de amar.
El sacrificio de aprender por los demás
«Para aprender, se tiene que amar la disciplina, pero aborrecerla es ser un ignorante.» Proverbios 12:1 NBV
«Dedica tu corazón y tus oídos a la disciplina y al conocimiento.» Proverbios 23:12 NBV
La disciplina es un sacrificio pues consiste en morir a tus deseos para un bien mayor, en este caso, morir a nosotros por amor a la Iglesia. Pero para amar, primero necesitamos aprender quién es Aquél que amó a la Iglesia primero. Este es el punto de partida, aprender del ejemplo mayor de amor que es Cristo. Entendiendo esto, podremos darnos y servir a la Iglesia así como Jesús nos enseña.
En primer instancia hemos creído que la disciplina se trata únicamente de nosotros, de nuestros hábitos espirituales y físicos. Pero dedicarnos a la disciplina de amar abre nuestra perspectiva acerca de a quién esta dirigido el amor que Dios ha puesto en nosotros. Nuestro enfoque para ver y vivir la disciplina debe ser viendo a los demás. Déjame te doy algunos ejemplos:
- Mi amabilidad no depende de mi estado de ánimo o de quién sea la persona que estoy tratando, porque he visto que Jesús fue amable y ese es mi motivo para ser amable; esto es ser disciplinado para los demás.
- La manera en la que honro a los demás no depende del amor que sienta por las personas, porque entiendo que las personas son importantes pues Jesús se encargó de tratar con dignidad a las personas dándoles un lugar y esa es mi razón para honrarlos; esto es ser disciplinado para los demás.
- Cómo y cuándo pido perdón no depende de la gravedad de mi error, falta o pecado, porque entiendo que el Señor me ha perdonado entonces por eso yo lo hago; esto es ser disciplinado para los demás.
Amar la disciplina del amor nos lleva a dejar de vivir en ignorancia, ensimismados y apáticos. En cambio, nos permite vivir como Cristo.
El dolor de la disciplina
«Por supuesto que ninguna disciplina parece agradable al momento de recibirla; más bien duele. Sin embargo, si aprendemos la lección, los que hemos sido disciplinados tendremos justicia y paz.» Hebreos 12:11 NBV
Soy maestra, por ende, he tenido la oportunidad de trabajar con personas pequeñas y grandes. Ha sido interesante ver a Dios puliendo mi tacto, paciencia, amabilidad, honra y amor hacia otros. Ha dolido mucho cada vez que Dios me ha llevado a estirarme para ser más como Él, para reflejar que mi vida ha sido tocada y transformada por el amor de Cristo.
Durante una clase, le pregunte a mis alumnos qué es lo primero que piensan cuando escuchan la palabra disciplina y ellos me dijeron: Carácter, orden, conducta y reprensión. El concepto de disciplina es claro para niños y para adultos, las palabras que mencionaron no son aspectos que se tomen a la ligera, pues son complejos al grado de entender que para que haya un reflejo de ésto tuvo que haber una transformación desde el interior (carácter y entendimiento).
La Biblia nos dice de manera muy clara que la disciplina duele y que no la percibimos agradable, sin embargo, es lo que necesitamos para que haya una transformación en nuestro ser interior.
Una disciplina que esta en la mente
«En cambio, dejen que el Espíritu les renueve los pensamientos y las actitudes.» Efesios 4:23 NTV
Al principio de mi conversión creía que todo se trataba de mi esfuerzo humano y que de esta manera Dios me amaría más o sería digna de que Él me amara. Con el tiempo fui entendiendo que realmente todo se trata de Él, es Él quien se encarga de mi aprendizaje y entendimiento de Su Palabra, es Él quien se encarga de suplirme de los recursos necesarios (el fruto de Su Espíritu). Hoy le puedo decir a la Cinthia de este tiempo que solo se encargue de llenar su mente de la Palabra de Dios.
Llenémonos de Cristo; pues Él renovará nuestra mente humana con sus pensamientos. El amor que necesitamos está en Cristo.
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