Una de las cosas que más suceden en un hogar, y quizá menos atención le prestamos, es que nos ve crecer. Las mismas paredes, los mismos cuartos, a veces los mismos muebles se hacen costumbre en nuestra vida mientras pasan los años, pero aunque todo está igual somos nosotros los que vamos cambiando y las experiencias quedan guardadas en nuestro corazón.
Definitivamente, el lugar que consideres tu hogar, será testigo de tu crecimiento. En el hogar de Dios, el crecimiento comienza cuando tenemos un encuentro con Jesús.
Marcos 14 (NTV): 3 Mientras tanto, Jesús se encontraba en Betania, en la casa de Simón, un hombre que había tenido lepra. Mientras comía, entró una mujer con un hermoso frasco de alabastro que contenía un perfume costoso, preparado con esencias de nardo. Ella abrió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús.
Este verso es muy interesante. Vemos a una mujer decidida a derramar un costoso perfume para derramarlo sobre la cabeza de Jesús, mientras los demás (incluso discípulos) murmuraban o simple y sencillamente dudaban sobre lo que acababa de hacer. Eso mismo sucede con tantas personas hoy en día. Hay tantas preguntas sobre como tener un encuentro con Jesús, y al no entender muchos simplemente se alejan y regresan a una antigua vida. Llegaron a casa, pero sin un encuentro es difícil sentirse en casa.
Pero, ¿Cuál es el secreto? Si pudiera describirlo a través de una fórmula sería: Disponibilidad de Jesús + Disposición de mi corazón.
Jesús siempre está disponible (y dispuesto también), yo no siempre estoy dispuesto. Cuando Jesús ya estaba en casa (disponibilidad), la mujer fue y se presentó con lo mejor que tenía para honrarlo (disposición). La actitud de su corazón lo cambió todo. El problema es que como vemos a Jesús disponible queremos responder con disponibilidad, pero no es así. Por eso el simple hecho de llegar a casa no significa un encuentro, es mi actitud al llegar a casa lo que determina ese encuentro.
Una señal de crecimiento es cuando además de ir a la iglesia, estoy listo en el corazón para tener un encuentro con Jesús.
4 Algunos que estaban a la mesa se indignaron. «¿Por qué desperdiciar un perfume tan costoso?—preguntaron—. 5 ¡Podría haberse vendido por el salario de un año y el dinero dado a los pobres!». Así que la regañaron severamente.
Cuando no tenemos disposición de corazón, entonces no entendemos porque se canta, porque se ora, porque se da. Y aunque podemos estar en casa muchos años, nuestra vida no cambia y no tiene sentido ni motivación. Quien no tiene actitud de entrega siempre tendrá juicio, porque aunque está en casa, no se ha encontrado en casa con Jesús.
La actitud de esta mujer, al entregar lo mejor que tenía marcó ese día para siempre.
7 Siempre habrá pobres entre ustedes, y pueden ayudarlos cuando quieran, pero a mí no siempre me tendrán. 8 Ella hizo lo que pudo y ungió mi cuerpo en preparación para el entierro.9 Les digo la verdad, en cualquier lugar del mundo donde se predique la Buena Noticia, se recordará y se hablará de lo que hizo esta mujer».
Si no hay entrega no hay encuentro, y si no hay encuentro no hay crecimiento.
Jesús recordó que se acerca el día de su muerte. Los regalos a los pobres podrían seguir, pero el corazón de los discípulos (disposición) debía prepararse para dejar de verlo. Él fue a la cruz, y la cruz fue un lugar de entrega. Y ese día, así como con la mujer del frasco de perfume, se sigue recordando después de más de 2,000 años.
Crecer en casa depende de mi actitud, y mi actitud depende de mi entrega. La mujer entregó lo mejor, Jesús entregó lo mejor, ¿Qué estás dispuesto a entregar tu?
Mientras más profunda sea tu entrega, más recordarás ese día.
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