Existe una palabra en inglés que traducida es, “redamancia”. Esta palabra tiene su origen latino, en inglés es “redamancy” y significa «yo correspondo el amor». Así es como traducimos redamancia: un amor correspondido en su totalidad; es el acto de amar a quien te ama. No es un amor que se devuelve, en realidad es lo opuesto al amor no correspondido, es la redención, y se refiere al amor que comparten dos personas.
Jamás imaginaríamos que este amor que se corresponde llegue a suceder en una relación de esclavo y amo.
Cuando leemos acerca del pueblo de Israel, podemos notar que tenían esclavos. Así que Dios diseñó las leyes para poner límites a la esclavitud, y que el trato a los esclavos se limitara a un trato considerado. De esta manera no era una esclavitud opresiva si los amos obedecían la ley israelita.
Por eso, si todos obedecían las leyes de Dios, podían ser buenos esclavos y buenos amos y vivir y trabajar juntos en armonía.
Sin embargo, las cosas no siempre funcionaban así en la realidad. Por ello la ley israelita ponía límites a lo que se podía hacer. El capítulo 21 del Éxodo lo explica:
1 estas son las leyes que tú les expondrás: 2» Si alguien compra un esclavo hebreo, este le servirá durante seis años, pero en el séptimo año recobrará su libertad sin pagar nada a cambio.
Pero luego continúa:
5 »Si el esclavo llega a declarar: “Yo no quiero recobrar mi libertad, pues les tengo cariño a mi amo, a mi mujer y a mis hijos”, 6 el amo lo hará comparecer ante los jueces. Luego lo llevará a una puerta, o al marco de una puerta, y allí le perforará la oreja con un punzón. Así el esclavo se quedará de por vida con su amo.
A partir de ese momento, el esclavo pertenecía al amo en una relación de devoción, en un vínculo de amor.
¡Qué diferente era un esclavo por amor, que era libre, pero esclavo por elección! El esclavo que había sido liberado era esclavo porque quería servir al amo que había elegido. Pero es muy importante mencionar, que a este esclavo se le seguía diciendo lo que tenía que hacer y no era libre de elegir por sí mismo. Sino que era libre dentro del compromiso y la lealtad que había prometido a su amo. Entonces se convertía en un “esclavo de amor”.
Su relación de «esclavo de amor» limitaba entonces ahora sus acciones y decisiones. Pero es la palabra «amor» la que le da otra perspectiva a la esclavitud, y la convierte en algo bueno.
Sin embargo, debemos comprender que como” esclavos de amor”, somos parte de un pacto más profundo con nuestro amo, para un servicio ilimitado y durante un tiempo indefinido.
Pablo dijo esto de sí mismo:
16 ¿Acaso no saben ustedes que cuando se entregan a alguien para obedecerlo, son esclavos de aquel a quien obedecen? Claro que lo son, ya sea del pecado que lleva a la muerte o de la obediencia que lleva a la justicia.
Podemos elegir entre la libertad y muerte, o el servicio completo, y la vida que nos da Cristo.
La elección que hacemos tiene muchas consecuencias. El ir por nuestra cuenta significa ir solos, pero el declarar: «Amo a mi Maestro; no saldré libre», establecemos una alianza. Por ello debían portar un símbolo, la «oreja perforada», era para reconocer a aquellos que habían decidido permanecer con sus amos por amor. Al ser un esclavo de amor comenzamos a identificarnos con los intereses de nuestro amo. Decidiendo seguir la voluntad de Dios sin cuestionarla, sin reparar en lo que nos va costar, con el único deseo de pertenecer a Su familia, de agradarle y permanecer con Él. Nuestro amor pasa a ser un amor por elección y un amor maduro en respuesta a que Él nos ha amado primero.
Así que si le has dicho a Dios alguna vez: «No me apartaré de ti», entonces ya sabes en qué te convierte eso.
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