¿Alguna vez te has sentido indigno, inapropiado? En mi caso, los últimos meses se caracterizaron por esta sensación. Era una temporada donde enfrentaba problemas financieros, errores constantes en mis trabajos, dejar sueños, duelo, diagnóstico de depresión y ansiedad.
Luchaba con constantes pensamientos como “soy una mala cristiana, estoy lejos de Dios, soy un fracaso”. Empecé a tener dificultades para orar y estudiar la Biblia, pensaba que todo lo que decía estaba mal, experimentaba mucha condenación y culpa. Me sentía muy indigna.
Pero lo que Dios hizo en medio de esto tan difícil, fue algo sumamente asombroso y ese es el motivo por el que quiero compartirlo contigo.
En medio de estos tiempos tan difíciles hubo un día durante un estudio de mujeres sobre Rut, una amiga dijo algo clave para mi: “A veces vivimos la vida como si no hubiéramos sido redimidas. El diablo nos tienta y nos miente diciéndonos que si nos hemos equivocado entonces no somos aptas, pero es precisamente esa indignidad lo que nos hace aptas para acercarnos”.
Luego, despertó en mí un deseo inusual por encontrar cierto versículo sobre el amor de Dios pero no recordaba cual era, así que empecé a buscar y llegué a leer la primera carta de Pedro, en donde me encontré con una verdad que atravesó mi interior:
“Pero ustedes no son así porque son un pueblo elegido. Son sacerdotes del Rey, una nación santa, posesión exclusiva de Dios. Por eso pueden mostrar a otros la bondad de Dios, pues él los ha llamado de salir de la oscuridad y entrar en su luz maravillosa” (1 Pedro 2:9)
Entonces, el Señor me ayudó a ver. Él me ayudó a volver a poner la mirada en el sacrificio de Jesús. Su sacrificio de la cruz fue la demostración de Su amor por mi y fue por Él que ahora soy hija, y eso no depende ni cambia por mis errores. Sí, si soy indigna, yo no merecía su amor, soy pecadora, pero Jesús me rescató.
Empezó a surgir en mí un deseo intenso por buscarlo, hablar con Él, leer Su palabra y al hacerlo, El Espíritu Santo me fue revelando y recordando que Jesús me puso en una correcta relación con Él (Romanos 8:30), soy su preciosa y exclusiva posesión (1 Pedro 2:9), el amor verdadero consiste en que dio su vida por mi (1 Juan 3:16) y el Padre mostró cuánto me ama al enviar a Su hijo para que yo tuviera vida eterna por medio de Él (1 Juan 4:9), por fe he sido salvada y no por mis obras (Efesios 2:8-9).
No fue mi entendimiento, yo no hice un esfuerzo especial para entender esas verdades. Fue el Espíritu Santo, Él me estaba buscando (Oseas 2:14) y usó mi quebranto en esta temporada difícil, para regresar mi corazón a Él y mostrarme más de quién es Él.
Continúan las consecuencias de mis malas decisiones financieras, sigo en los mismos trabajos y continúan llegando pensamientos que intentan condenarme y atacar mi identidad, pero ahora es diferente. Ahora corro cada día a mi Padre con confianza. Él me regresa a Jesús cada vez.
Mi intención es animarte, decirte que si tú estás pasando por algo así, no eres el único. Nuestro Padre nos ama, Él nos busca y por Su asombroso amor, nos regresa a Él aún cuando nosotros no lo merecemos. Ora con la confianza de que te ama, clama y pide al Espíritu Santo de Su revelación. Él es el primer interesado en revelarte de Jesús.
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